Llamame cuando llegues. ¿La explosión de los pagers de Hezbolá podría derivar en una guerra con Israel?
- Ignacio Rullansky
- 19 sept 2024
- 9 Min. de lectura

Un policía en Beirut, Líbano, tras las explosiones causadas por las detonaciones de pagers empleados por Hezbolá, el 17 de septiembre, 2024. Foto: AP Photo/Hussein Malla.
Entre el 17 y el 18 de septiembre, explotaron pagers, walkie-talkies y sistemas de energía solar en todo el Líbano. Las manos, bolsillos y rostros de miles de militantes de Hezbolá fueron el blanco inmediato de la detonación. Las cifras estimadas al momento de escribir estas líneas alcanzan 25 muertos y 3000 heridos: combatientes pero también, personal civil de la organización y hasta familiares, incluyendo dos menores. En Israel, estiman que estas cifras pueden ser aún mayores que lo que Hezbolá comunica.
El ataque se atribuye al Estado de Israel. Como es usual en este tipo de circunstancias, es decir, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel o sus servicios de inteligencia atacan objetivos en el extranjero, no suelen reconocer la autoría de los ataques. Esta ha sido la pauta característica de una larga serie de operativos contra blancos de relevancia táctica en Siria. Brevemente, Hezbolá y las milicias entrenadas por la Guardia Revolucionaria iraní que apoyaron al presidente sirio Bashar al-Assad, todos enemigos de Israel, se volvieron objetivos recurrentes desde 2014-2015, cuando empezaron a participar más intensamente en la guerra civil en dicho país.

En Beirut, procesión fúnebre de miembros de Hezbolá asesinados en la explosión de pagers. 18 de septiembre, 2024. Foto: AP Photo/ Bilal Hussein.
Siempre se supo que Israel violaba espacio aéreo libanés y sirio para limitar la capacidad de estos actores de abastecerse de armas entre sí. Es más, hasta 2022, cuando estalló la guerra ruso-ucraniana, Israel hacía esto con el visto bueno de Rusia, aliado entonces de este país, y también, de sus enemigos. El Kremlin obraba, pues, como una suerte de referí entre ellos, habilitando dichos operativos, pero impidiendo perspectivas de grandes escaladas. Para ello, la ambigüedad en la autoría de los ataques presentaba cierto carácter estratégico.
Sin embargo, desde el 7 de octubre, esto cambió radicalmente. En efecto, ya ha transcurrido casi un año de la incursión terrorista de Hamas al sur de Israel, y a la fecha, el frente norte no estuvo desafectado de tensión. Miles de desplazados siguen sin regresar a sus hogares debido a los ataques perpetrados cotidiana y persistentemente por Hezbolá, que bombardea las aldeas y ciudades norteñas de Israel.
Y esto provocó cierto cambio de actitud respecto de la respuesta de Israel y la instrumentalidad de dicha ambigüedad estratégica. En julio de este año, no estuvo en duda que Israel causara la muerte del comandante de Hezbolá Mohammad Naameh Nasser. La cosa no se detiene ahí. El 30 de ese mes, también fue muerto Fuad Shukr en un bombardeo preciso en Beirut. Esto se dio, recordemos, horas después del sumamente impactante asesinato de Ismail Haniyeh, líder político de Hamas, cuando visitaba Irán, en ocasión de asistir a la asunción del flamante presidente electo, Masoud Pezeshkian. Y más recientemente, ahora en septiembre, otro comandante de Hezbolá fue abatido hace unos días: Mohammed Qassem Al-Shaer, que murió en un bombardeo en la aldea de Qaraoun.
Y todos estos ataques se inscriben en un ir y venir de represalias. Uno golpea, el otro devuelve. Así pasó en abril de este año, que Irán atacó directamente territorio israelí con drones y misiles, sin la interpósita participación de proxies. Fue la primera vez en la historia de su enemistad con Israel, que data de 1979, año en que se produjo la Revolución Islámica, que ocurrió algo así. Y entre los heridos de los pagers que explotaron estaba el propio embajador iraní en Líbano, Mojtaba Amani. Según el enviado iraní a Naciones Unidas, su país seguirá los acontecimientos y “se reserva sus derechos bajo la ley internacional para tomar las medidas consideradas necesarias para responder."
También en las Naciones Unidas, el jefe de derechos humanos, Volker Türk, llamó a realizar una investigación independiente y, en el Consejo de Seguridad, la delegación de Argelia convocó una reunion de emergencia.
A título ilustrativo, una foto de catálogo del modelo de pager Apollo. Imagen: Balkis Press/ABACAPRESS.COM/Reuters.
El temor principal que domina los interrogantes que despierta el hecho, es que esto decante en una nueva guerra total entre Israel y Líbano: o al menos, contra Hezbolá y Amal. Analicemos lo que dicen los actores involucrados. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, comunicó en su cuenta de X el contenido de una conversación suya con personal de la Fuerza Aérea en la base de Ramat David:
"Estamos al comienzo de una nueva fase en la guerra: estamos asignando recursos y fuerzas a la arena del norte y nuestra misión es clara: procurar el regreso seguro de las comunidades del norte de Israel a sus hogares. Para lograrlo, la situación de seguridad debe ser cambiada."
Aunque esta declaración parece simple y evidente, es reveladora. En la lógica de los implicados, la guerra de múltiples frentes que muchos han anticipado ya comenzó el 7 de octubre.
Debe decirse que cada frente sigue dinámicas propias y que la relación entre el Estado de Israel con Hamas es diferente a la que tiene con Hezbolá, como actor específico dentro del Estado libanés, cuyo gobierno no es capaz de controlarlo. Como reportó The Times of Israel, esto lo ha reconocido recientemente el propio Gallant en julio, cuando también planteó a los reservistas de la Brigada Oded:
“Estamos librando una guerra limitada en la región norteña. Estamos usando una pequeña parte del poder de las Fuerzas de Defensa de Israel, pero las cosas pueden cambiar en un segundo, desde un esfuerzo principal en el sur a un esfuerzo principal en el norte, y será rápido, sorprendente, y muy agudo, puede ocurrir también como resultado de la acción de Hezbolá".
En esa oportunidad estableció también que:
"Esta región [el frente norte, es decir, la frontera con Líbano y, así, con Hezbolá] no tiene nada que ver con lo que está sucediendo en el sur. Si Hezbolá quiere llegar a un acuerdo con nosotros y alcanzar una situación en la que se retire de la línea fronteriza hacia áreas más allá del río Litani, como lo estipula la resolución de la ONU, entonces llegaremos a un acuerdo con ellos. Esto puede ser mientras luchemos contra Hamás o no."
Estas palabras son del 17 de julio: es decir, 10 días antes de un episodio cruento en los cotidianos intercambios de fuego entre Hezbolá y las FDI. Me refiero a que todavía no había ocurrido el ataque de Hezbolá a la localidad drusa de Majdal Shams, en los Altos del Golán, que causó una impresión notable por haber provocado la muerte de 12 chicos que jugaban en una cancha de fútbol, y más de 40 heridos. Y sin embargo, Gallant preveía que el escenario norte podía acaparar el centro de la escena pese a la magnitud de la guerra en Gaza.
Desde el 8 de octubre en adelante, Hezbolá y otros grupos libaneses más pequeños, como Amal, se han ocupado de atacar el norte de Israel cotidianamente, al punto que, sin haberse dado una incursión de modo equivalente a la de Hamas en el sur de Israel, de manera remota, sí se ha bombardeado constantemente el país. Como señalé, esto se tradujo en la pronta evacuación de miles de israelíes que, hasta la fecha, y a casi un año de aquel entonces, no han regresado a sus hogares.
Pero debe narrarse también que previo al ataque de este martes y miércoles en Líbano (y también, aunque en menor escala, en Siria), el lunes, Gallant había transmitido a Amos Hochstein, enviado especial de Estados Unidos, que el gobierno se planteaba como objetivo planificar el retorno seguro de estos desplazados. Más importante aún, Gallant señaló que la estrecha alianza entre Hamas y Hezbolá no permitía lograrlo sino a través de la vía militar. Según trasciende, nada se dijo ese día sobre la detonación masiva; recién el martes, Gallant se habría comunicado con Lloyd Austin, secretario de defensa norteamericano, minutos antes de lo que ahora conocemos.
Lo relevante aquí es cómo las distintas modalidades militares de librar una guerra en el presente retrasan el despliegue de tropas. Si bien se puede posponer una invasión, esta nunca ha sido descartada por las FDI como opción; es más, públicamente, en su cuenta de X, así lo comunicaron:
"El comandante del Mando del Norte, el general Uri Gordin, y el jefe de la Dirección de Operaciones, el general Oded Basiuk, llevaron a cabo hoy una aprobación de planes y una evaluación de situación conjunta en el Mando del Norte. En el marco de la evaluación de la situación, se aprobaron y se dieron validez a los planes operativos para un ataque en Líbano y se tomaron decisiones sobre la continuación de la aceleración de la preparación de las fuerzas en el terreno."
La cuestión es: ¿por qué invadir si es posible atacar de manera remota? Un ejemplo rudimentario de esta premisa es el uso de drones, que pueden ser piloteados a distancia segura. Sin embargo, un ejemplo más sofisticado se vio con la explosión de los pagers y walkie-talkies de Hezbolá. Este ataque, posiblemente llevado a cabo por el Mossad mediante la intervención de la cadena de suministros o un ciberataque, ocurrió a gran escala .

La foto ilustra los operativos de respuesta al clima de confusión imperante en las inmediaciones de la American University of Beirut Medical Center, en la capital libanesa, el 17 de septiembre. Foto: Anwar AMRO/AFP.
Este ataque se produjo en dos tandas. Dos días consecutivos. Su éxito en penetrar territorio libanés sin provocar una invasión ha revelado una vulnerabilidad significativa en la red de comunicaciones de Hezbolá, expuesta al ridículo: al optar por tecnología más arcaica para evitar la sofisticación del espionaje israelí, fueron alcanzados igualmente. La coordinación simultánea fue precisa, el alcance, reticular, el estilo, implacable. Ciberataque o dispositivos explosivos instalados en sus equipos, sea en el puerto de Beirut, en Hungría, en Taiwán, o donde sea que acusen las varias versiones confusas (quizás, deliberadamente) sobre el origen de los aparatos.
Conferencia de prensa de Hsu Ching-kuang, presidente de la compañía taiwanesa Gold Apollo, quien ha desligado responsabilidad alguna entre sus fábricas con los sucesos de Líbano. 18 de septiembre, 2024. Foto: Yan Zhao/AFP.
La operación, en su audaz profesionalismo, ha dejado a Hezbolá en una situación crítica, enfrentando un desafío tanto en términos de seguridad interna como de reputación. Recordemos que el miércoles tuvo lugar un funeral de las víctimas del martes, y ese mismo evento fue escenario para nuevas detonaciones. Dentro como fuera de Líbano, cualquier objetivo potencial sabe que es vulnerable. Además, sus filas saben que probablemente existen múltiples brechas internas que facilitan la recolección de información sobre la identidad de sus activos y sus localizaciones. Es ineludible que Hezbolá no puede confiar ni en su propia tecnología ni en sus propios hombres: muchos de ellos, heridos y desmoralizados, y no necesariamente aptos para semejante momento de guerra total, temida y anunciada.
Es así que la respuesta de Hezbolá a este ataque permanece incierta. Sí es esperable que recurran a bombardeos, pero también podemos aprender su cautela en oportunidades pasadas. Intempestivamente, podrían provocar consecuencias peores al daño sufrido y la humillación pública con la que igual deben lidiar. El Líbano es un país socioeconómicamente muy sufrido, que no se recompone del todo después de la traumática explosión del puerto de Beirut en 2020, y no carece de conflictos internos que también se expresan en repudios varios dirigidos contra Hezbolá. Ante la presión interna y la necesidad de restablecer su autoridad, Hezbolá podría mantener una retórica belicista mientras reconsidera sus tácticas por lo bajo, e Israel podría observar y aprender mientras esto sucede.
¿Lo más seguro? El jueves 19 al menos 8 israelíes fueron heridos por el disparo de un misil que Hezbolá se adjudicó. Nos enfrentamos a un juego interminable de represalias virtuales y reales, menores y contundentes, que deja en segundo plano la situación en Gaza, aunque sigue siendo el eje central para resolver estos enfrentamientos.
Se especula constantemente sobre cómo y cuándo se ejecutarán las estos ajustes de cuentas, que dependerán, a su vez, de cuándo y cómo se retomen las negociaciones para un alto al fuego y la liberación de rehenes. Sin embargo, es improbable que las posiciones de las partes involucradas cambien significativamente respecto a rondas anteriores sumamente frustrantes. En síntesis, la condición para evitar una escalada que implique el despliegue de tropas en territorio libanés pasa por un acuerdo entre Israel y Hamás, que sigue sin materializarse y no parece tampoco encontrarse a la vuelta de la esquina.
¿Esto quiere decir que entonces sí podría librarse una guerra entre Israel y Hezbolá? Es importante recordar que las partes implicadas en este conflicto entienden que ya están implicadas en una misma guerra. Aunque sus modalidades, capacidades, agendas y objetivos varían —Hamas, Irán, Hezbolá, Amal, los hutíes y el gobierno israelí—, todas comparten el temor a una escalada. Cierto. No obstante, todas reconocen que llevan meses inmersas en un estado de guerra, que, aunque no es del tipo clásico, va mucho más allá de un simple "estado mental".
En Israel, el ataque coincide con un momento de sumo desgaste en la relación entre el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro Gallant: de hecho, se da en el marco de una reorganización del gobierno que involucra el, por ahora congelado, despido de Gallant. ¿Cómo puede impactar el ataque en la lectura del público israelí, agotado y frustrado con el gobierno por la continuidad de la guerra con Hamas? Pues, ante la falta de unidad nacional y de unidad en la coalición, y en virtud de la falta de objetivos cumplidos, el ataque, realizado a partir de una ardua y larga tarea, que tardó mucho más tiempo y esfuerzos en su orquestación que en su ejecución, podría formar parte de una estrategia más amplia de actores políticos necesitados de resultados que presentar y, mejor, si acaso eso logra desviar la atención de tales problemas internos.
Entonces, para cerrar, el ataque es desestabilizador y debilita la capacidad operativa de Hezbolá, pero si el ataque de pagers y walkie-talkies tuvo tan alto impacto y fue así de impredecible, ¿cómo osar interpretar estrategias y señales no articuladas aún? Lo aprendido hasta acá tan sólo sugiere que, por ahora, salvo por la incursión territorial de Hamas a Israel, y de las FDI a Gaza, Irán, los hutíes en Yemen, Hezbolá y las FDI, prefieren el control remoto.
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