Elecciones Israel 2019: qué esperar cuando estás desesperando
- Ignacio Rullansky
- 8 abr 2019
- 13 Min. de lectura
Israel está a punto de encarar una nueva contienda electoral. Todo indica que la disputa se dará entre el actual y muy desprestigiado primer ministro, Benjamin Netanyahu, asediado por causas de corrupción y por el ex jefe del Estado mayor, Benny Gantz, quien fundó un partido (el de la "Resiliencia") y se propone ganar las elecciones. El Likud se enfrenta a la alianza de Gantz y Yair Lapid, líder de Yesh Atid ("Hay Futuro") partido de centro. La derecha se enfrenta a la centro-derecha, pero dentro de la derecha hay "nuevas derechas" a partir de alianzas insólitas. Por otro lado, Avodá, el tradicional partido laborista, tiene pocas posibilidades de dar pelea, y el Meretz resiste como bastión de la izquierda, muy atrás en cuanto a cantidad de votos. Los partidos árabes se habían unido y superado las dificultades del umbral electoral de 2015, pero ahora, irán en dos listas separadas.
El año comenzó ardiente, pleno de denuncias, acusaciones, procesamientos, escándalos y la constante tensión de intercambios de fuego entre las Fuerzas de Defensa de Israel y los movimientos del Islam político afincados en Gaza. Con 47 listas (que implican 376 millones de boletas), y un comité electoral que primero prohibió a dirigentes árabes y habilitó a un referente del movimiento racista judío kahanista a presentarse a elecciones, y que luego revirtió su decisión por fallo de la Corte Suprema, se espera que mañana, 9 de abril, no haya menos polémica. Tanto Facebook como Twitter han colaborado codo a codo con el gobierno de Israel y su agencia de inteligencia, la Shin Bet, para combatir trolls, bots y campañas de "fake news" y, algo más importante, que se manipulen los resultados.
¿Qué dicen los números sobre las elecciones y qué dicen sobre la centro-izquierda?
La semana pasada, el diario Haaretz publicó los resultados de una encuesta realizada por Dialog Company y la Universidad de Tel Aviv. Según ella, el Likud está ampliando su margen sobre Kahol Lavan en tres asientos (30-27), con el bloque de Netanyahu reforzado hasta 67 (requiere más de 60 para formar coalición, sobre un total de 120). La primera semana de abril, se registró que todos los partidos de derecha cruzaban el umbral electoral de 3,25% y recibirían un mínimo de cinco escaños en el Knesset.
A la cabeza está Likud (30), seguido por Kahol Lavan (27), Avodá (el Partido Laborista, 10 escaños), la Unión de Partidos de Ala Derecha y Hadash-Ta'al (una de las dos listas árabes) con siete escaños respectivamente. Los partidos religiosos Judaísmo de la Torá Unida y Shas obtendrían seis y cinco escaños; Kulanu (centro), HaYamin HeHadash (derecha), Meretz (izquierda) y Zehut (derecha-libertarios) recibirían cinco asientos cada uno. Yisrael Beiteinu y Lista árabe unida-Balad recibirían cuatro escaños. No se prevé que Gesher pase el umbral electoral. Cabe destacar que sólo hay dos candidatas mujeres en estas elecciones liderando espacios: Orly Levy-Abekasis de Gesher (centro) y Tamar Zandberg de Meretz. La composición actual de la Knesset tiene un récord de 35 mujeres, y se espera que sólo 30 la integren a partir del 9 de abril.
La desazón de los votantes respecto al laborismo y la izquierda y la fragmentación de la alianza de los partidos árabes, se traduciría en el encubramiento de Kahol Lavan. Isaac Herzog, desplazado de la dirigencia de Avodá, se encuentra de gira, y Tzipi Livni abandonó la política. Avi Gabbay, ex ministro de protección ambiental, capitanea el laborismo sin representar un liderazgo convincente y la izquierda, aún con la presencia de Tamar Zandberg, una joven y solvente dirigente del Meretz, no llega tampoco a presentar una posición competidora. La agenda feminista, ambientalista, y socialmente inclusiva de Meretz no estaría traccionando votos: a pesar de la buena imagen de Zandberg, los votos de la centro-izquierda no migran hacia una opción "más radical" de izquierda, sino, a una más conservadora y de centro, que represente una alternativa a Netanyahu.

Netanyahu saldría favorecido en este escenario: tiene sólo un rival serio y prospectivos aliados que apalancarían su posibilidad de armar una nueva coalición de gobierno. Los encuestadores que diseñaron este estudio preguntaron cuál sería una segunda opción de voto, y el Partido Laborista se destacó, con el 40% de sus votantes diciendo que consideran migrar a Kahol Lavan, y casi el mismo número contemplando lo contrario. De los votantes de HaYamin HeHadash, la "Nueva Derecha", el 28% votaría al Likud.
Por otro lado, el 3 de abril se dieron a conocer los resultados de una encuesta realizada por el Centro Guttman del Instituto de la Democracia de Israel. Confirmando la disputa entre Netanyahu y Gantz, el relevamiento arrojó un dato interesante: los jóvenes preferirían a Netanyahu a Gantz, pero la población de más de 40 años, al segundo sobre el primero. Además, la encuesta confirmó que, en general, irrespectivamente de las encuestas, cada sector se definirá por el candidato o partido más afín a su identidad (el 61% de los judíos y el 52% de los árabes). Ejemplifica esto el compromiso de los votantes del partido de derecha de habla rusa Yisrael Beitenu ("Israel es Nuestro Hogar") (83%) y los votantes de la alianza religiosa y palestina-nacionalista de Ra’am-Balad (80%). También fue alta entre los votantes de Meretz (69%). Es decir, hay fidelidad al partido.

Entre los israelíes de 65 años o más, Gantz superó a Netanyahu del 53% al 35%. Pero entre los 18 y 24 años, Netanyahu superó a Gantz por un margen de casi 50 puntos (65% frente a 17%). En el grupo de 25 a 34 años de edad, Netanyahu gana 54% -33%. Entre los jóvenes de 35 a 44 años, Netanyahu gana 64% -24%, mientras que en el rango de edad de 45-54 y 55-64, Gantz se mantiene al frente en 48% -46% y 47% -41%, respectivamente.
Atrápame si puedes

El fiscal general de Israel, Avijai Mendelblit, acusó al primer ministro Benjamín Netanyahu por soborno, fraude y abuso de confianza en tres casos separados, en espera de una audiencia. Momento, todo esto se dio entre fines de febrero y comienzos de marzo: ahora hay que sumar un caso más. Netanyahu fue procesado por los casos 1000, 2000 y 4000 y, finalmente, completó la serie con el 3000. Repasemos brevemente, de qué se trata cada uno:
■ Caso 1000: presunción de aceptación de obsequios de acaudalados empresarios a cambio de favores políticos. Los cargos son fraude y abuso de confianza.
■ Caso 2000: se centra en un acuerdo entre Netanyahu y Arnon Mozes, por conseguir una cobertura favorable a cambio de dañar el periódico competidor de Sheldon Adelson, Israel Hayom. Los cargos son abuso de confianza y fraude.
■ Caso 4000: presunción de otorgar concesiones regulatorias a Shaul Elovitch, el accionista controlador de Bezeq telecomunicaciones, a cambio de una cobertura favorable del sitio web de noticias de Bezeq, Walla. Los cargos soborno y abuso de confianza.
■ Caso 3000 (totalmente nuevo!): la Oficina del Contralor del Estado de la Oficina de Auditoría del Estado descubrió recientemente que Netanyahu y su primo Nathan Milikowsky eran accionistas en una empresa de fabricación de electrodos de grafito, GrafTech International, un proveedor de Thyssenkrupp, desde hace mucho tiempo. Hasta ahora Netanyahu está bajo la sospecha de que él y Milikowsky recibieron fondos ilícitos como parte de un esquema de injertos masivos en la compra del estado de miles de millones de shekel de embarcaciones navales de la constructora naval alemana.
El lector posiblemente esté más familiarizado con los problemas que atraviesa (y presenta) Bibi, así que me concentraré más que nada en las demás listas y candidatos. Obsta decir que, pese a todo, imbatible como siempre, Netanyahu está a la cabeza de la contienda según las encuestas. El desafío será, si gana, ser reinstituido como primer ministro, y para ello, primero deberá reunir consenso en la Knesset, el parlamento, y formar coalición de gobierno. Para eso recurrió a alianzas con sectores de la derecha más recalcitrante, lo que le valió severas críticas. Con el apoyo de Trump, que declaró que reconocía la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, y de Vladimir Putin, se especula que en un nuevo mandato anexará territorios de Cisjordania donde existan asentamientos judíos: eso anunció a dos días de las elecciones. De un modo u otro, se acumulan las causas que lo acorralan.
Yo quiero a mi bandera: azúl y blanca.
No es casual que un ex militar, que incorporó a otros ex militares a su boleta, habiendo sido autoridades máximas de las FDI, eligiese que su bloque fuese bautizado por los colores patrios: Kahol Lavan, azúl y blanco.
¿Izquierda o derecha? Nadie realmente lo sabía. Cuando Benny Gantz, quien estuvo a cargo del ejército israelí, se cansó de que todos especuláramos sobre cuál era su ideología, si es que tenía alguna, aclaró que lo central era la seguridad y generar unidad entre los distintos sectores de la sociedad. Pronto se encumbró como la esperanza de un futuro sin Netanyahu, debilitado por las causas de corrupción por las que está procesado. A su vez, Gantz no tardó en responder a quienes lo querían como aliado y hermanó su "Partido de la Resiliencia", con Yesh Atid (Hay Futuro), liderado por Yair Lapid, dirigente de centro. Así nace la "Azúl y Blanca". Su lista es la que más mujeres incluye entre todas las fuerzas llegando a un total de 10, aunque sólo 2 están dentro de los 10 primeros nombres de la boleta.

Pero Gantz prontó se vio sumido en una serie de escándalos. Por un lado, de índole sexual. Se lo acusó de exhibirse desnudo ante dos mujeres. Una de ellas, Navarone Jacobs, vive en Nueva York, y sostiene que Gantz acosó sexualmente de ella mostrándole sus genitales cuando asistieron a una misma escuela cuando ella tenía 14 y él 17. La denuncia se originó a partir del Ministerio de Cultura a cargo de Miri Regev. Sobre este vínculo medios como la agencia Walla o el Canal 13 de Israel, desacreditan la acusación, que es rechazada por Gantz.
Se dice que la oficina de Regev estuvo en contacto con Jacobs semanas antes de que hiciera su denuncia contra Gantz. Gantz demandó a Jacobs por 500.000 shekels, o 142.000 dólares, en la corte de Tel Aviv, rechando la historia como falsa. Otra acusación surgió de un hombre que dijo que Gantz y sus amigos, también en la década del 70, en el mismo colegio, hicieron lo mismo con su hermana y otras niñas. La hermana de este hombre fue consultada por el Canal 12 de Israel, y dijo no acordarse del suceso.
Por otro lado, Ben Caspit, un periodista del diario Maariv, dijo que Gantz está con tratamiento después de retirarse del Ejército: Gantz dice que es mentira y que se trata de parte de la campaña sucia de Netanyahu para hacerlo ver como “mentalmente inestable”. La Azul y Blanca va a demandar a Caspit. Además, el Likud difundió videos donde lo hacía ver a Gantz como un lunático: haciendo zoom en los ojos de Gantz, con música de terror y bromeando sobre cuan “mentalmente estable” es el ex jefe del Estado mayor.
La campaña fue repudiada por Gantz y por el comisionado israelí sobre discapacidad. No obstante, esto no termina acá. Como si fuera poco, Gantz fue víctima de una
filtración que lo desacreditó: su celular fue supuestamente hackeado por parte de la inteligencia iraní. El Likud aprovechó esto para mostrarlo incapaz de contener la intrusión de fuerzas extranjeras en territorio israelí y en términos de inteligencia, algo gravísimo para desacreditar a un militar de carrera como Gantz: ¿acaso se filtraron datos de seguridad nacional? ¿mensajes privados? ¿Gantz es culpable de algún tipo de acoso sexual, soborno, chantaje? El riesgo que exhibe este escenario es que Gantz es vulnerable a chantaje por parte de una fuerza extranjera: en definitiva, no se sabe exactamente lo que se obtuvo a partir del hackeo de su celular, pero lo importante es instalar la duda sobre sus capacidades de liderazgo. En suma, Gantz se la pasó más respondiendo a acusaciones que haciendo campaña, pero sigue siendo el principal contendiente a suceder a Netanyahu.
La Lista Árabe Unida se fractura
En 2015 sucedió algo inesperado: cuatro partidos árabes se unieron y consiguieron erigirse como la tercera fuerza política en el parlamento israelí. Consiguieron 13 asientos, gracias a un participación del voto árabe que creció (en un 64%) con respecto a 2013 (55%). Si bien esto fue inédito, la realidad es que los dirigentes árabes no lograron hacer mucho en favor de sus representados, dado que las condiciones no fueron las mejores. La coalición, hegemonizada por la derecha, cada vez más radicalizada en algunos aspectos, avanzó en la expansión de los asentamientos en Cisjordania y con una política poco inclusiva "muro" adentro. La sanción de la Ley Básica del Estado Nación judío del año pasado redujo simbólicamente el peso del idioma árabe y su cultura como elementos cívicos que participen en la definición de la nación. Es más, ese acontecimiento fue percibido con mucha indignación por parte de la población árabe musulmana, cristiana, los drusos y por la centro-izquierda e izquierda; incluso por algunos sectores internos al Likud.
Los partidos árabes no pudieron presionar legislación o políticas que mejoraran las condiciones de vida materiales de sus representados. Como siempre, inmanente a toda alianza, surgen rivalidades que se desprenden de los principios de cada una de las partes que la componen. A eso se suman los intereses partidarios concretos: cuántos legisladores aportará cada uno a la lista. Esta última cuestión afectó el desenlace de la ruptura entre los partidos: cuando llegó el momento de cerrar la lista de la boleta electoral, no hubo acuerdo y se dividieron en dos listas.

Ra'am (que posee valores inspirados en la religión) y Balad (con una agenda más secular-nacionalista), irán por su cuenta, mientras que Hadash (que integra palestinos y judíos) y Ta'al, componen la otra alianza. Estos partidos representan a aproximadamente 1.900.000 árabes sobre un total de cerca de 9 millones de habitantes y constituyen un 17% del electorado. Las preguntas que surgen ante esta desunión, son las siguientes: ¿cómo harán frente ahora al nuevo avance de la derecha, que parece concentrar toda la atención de los votantes? ¿cómo representarán a sus votantes en estas nuevas condiciones, ante su propia fragmentación? ¿cómo revertirán los efectos de la ley del Estado Nación judío? La inquietud más importante y urgente de todas en estas circunstancias es, sin embargo, ¿cómo frenarán la posible fuga de votos hacia la izquierda y cómo entusiasmarán a sus votantes?
HaYamim HeHadash: "La nueva derecha", con un toque de fascismo
En una de las propagandas más extrañas de estas elecciones (aunque se han visto cosas más extrañas), la ministra de justicia, Ayelet Shaked, decidió "rociarse" con un toque de fascismo. Parodiando una publicidad de perfumes, Shaked recurrió a esa sutil fragancia que rodea su gestión y que describe sus valores como excusa para establecer una ironía. Sintéticamente, el mensaje buscó responder a acusaciones de la centro-izquierda y la izquierda transmitiendo algo así como lo siguiente: "lo que otros me adjudican como fascismo, huele como democracia para mí". Inicialmente nadie lo entendió. O más bien, nadie estaba seguro de por qué la ministro de justicia, a sabiendas, de un partido de derecha, se llamaría fascista a sí misma. O se trataba de un sincericidio elogiosamente transparente o bien de un sketch tipo Saturday Night Live. Ninguna de ambas.
En fin, Naftalí Bennett, ministro de educación, y Shaked, eran hasta hace muy poco, los máximos referentes de HaBayit HaYehudí, La Casa Judía. Participaron de la coalición de Netanyahu ejerciendo ambos cargos de importancia. Sin embargo, las aspiraciones de Bennett siempre lo llevaron a confrontar, tan sólo un poco, con Netanyahu, quien vio en ellos un factor de legitimación de su gobierno y una base de consenso para sostener su coalición. Bennett nunca fue terminante con Netanyahu a pesar de sus diferencias: lo que le interesaba era acceder a cargos más importantes todavía, como el del ministerio de seguridad, que terminó cayendo en manos de Avigdor Lieberman. Eso Bennett no se lo tomó muy bien.
Ahora, él y Shaked perseguirán sus ambiciones por otro lado. Dejaron la Casa Judía para embarcarse en una nueva aventura fundando "La Nueva Derecha". Eso es, nueva. Básicamente, porque entienden que sus expectativas personales no se cumplirán en una estructura partidaria alineada con el Likud: ahora quieren gobernar ellos. Además, hay un punto estratégico clave. Bennett y Shaked enunciaron que un partido de derecha sólo puede gobernar bajo la prerrogativa de reconocer a religiosos y seculares por igual, es decir, necesitan votos de ambos sectores y la Casa Judía no puede captarlos. Por lo menos seis años fueron funcionales a Netanyahu: ahora se proponen rearmar la derecha y recuperar votos "cedidos" a la izquierda. Bienvenidos a esta nueva derecha, con un ligero sabor a fascismo.
La "Casa" está en orden: deserciones y nuevas alianzas
¿Qué pasa ahora dentro de la casa ahora que Bennett y Shaked se autonominaron y se fueron? La Casa Judía esta en orden, o más bien, aspirando a un "nuevo orden". Es que a la alianza tradicional entre HaBayit HaYehudí y Tkuma se le suma ahora Otzma Yehudit. Este último partido es un derivado actual del partido Kach, fundado de acuerdo a la ideología del rabino Meir Kahane, fundada en valores de pureza etnoreligiosa, en el odio al árabe, la repulsión a la homosexualidad y la exogamia, y aspirante a la institución de un Estado teocrático.
No por nada se prescribió ese partido y el propio Departamento de Estado de los Estados Unidos lo declaró como organización terrorista extranjera: de hecho, algunos de sus seguidores cometieron actos infames, como el ataque a un grupo de musulmanes en la Cueva de los Patriarcas en Hebrón de 1994 en el que fueron asesinadas 29 personas y 150 salieron heridas. Leyeron bien, Estados Unidos. Eso señala la gravedad de la cuestión, pero no se acaba ahí. El American Jewish Committee y la Liga Anti Difamación acaban de denunciar esta alianza.
¿Cómo llegamos hasta acá? Netanyahu promovió el acercamiento entre HaBayit HaYehudí y Otzma Yehudit con la expectativa de ampliar la fortaleza de sus aliados, con miras a poder establecer una coalición de gobierno si el Likud es victorioso, en un contexto de gran adversidad. Es que Otzma Yehudit se encuentra entre esos partidos que apenas alcanzaría el umbral electoral, entonces, la estrategia de sumarlos asegura que esos votos "cuenten" en las elecciones y se canalicen en un futuro apoyo. Esto fue harto criticado por amplios sectores de la sociedad israelí: incluso despierta disconformidad entre religiosos que se oponen a que existan dos Estados y que descartan la violencia como opción (de hecho, los partidos religiosos la critican muy abiertamente). En suma, Netanyahu está dispuesto a absorber las críticas por un bien mayor, y también los dirigentes de HaBayit HaYehudí, que esperan cargos ministeriales a cambio de esta trenza.
El voto LGBT: a favor de una opción moderada contra la derecha
Por último, veamos qué ocurre dentro de un sector significativo de la sociedad israelí: la comunidad gay. Pareciera que el voto se congregaría en torno a la lista de Kahol Lavan, en desmedro del laborismo y Meretz, según una nueva encuesta comisionada por Aguda (la Asociación para la Igualdad LGBTQ en Israel). El relevamiento encontró que el 31% de los votantes LGBT planea votar por Kahol Lavan, un 23% a Meretz, cifra por debajo del 30% de 2015, y el 24% al laborismo, representando una caída del 31% que obtuvo el bloque Unión Sionista, boleta conjunta entre HaTnuá y Avodá, en 2015. Tan sólo un 6% votaría al Likud, por debajo del 9% de 2015, y un 4,5% planea votar por el partido Zehut de Moshe Feiglin (libertarios) y un número similar por el partido Gesher de Orli Levi-Abekasis. Por último Kulanu obtendría un 1,6% y Hayamin Hehadash con 1%.

De acuerdo a este relevamiento, el 89% de los encuestados tiene la intención de votar, mientras que otro 6.3% no lo había decidido. Las organizaciones LGBT predicen que, en general, votarán unos 500,000 miembros de la comunidad y el 70% de los encuestados dijo que no votará por un partido que no trabaje para promover la igualdad de derechos entre los miembros de la comunidad, en comparación con el 28% que dijo que si bien considera que este tema es importante, no afectará su voto. Solo el 2% dijo que simplemente no consideraba el tema importante. Esto explica la inclinación de los encuestados hacia opciones más cercanas a sus intereses: el desplazamiento hacia Kahol Lavan se daría en razón de fortalecer al rival más serio que enfrenta Netanyahu, y así limitar las expectativas de que el Likud, con una alianza centrada en la derecha (que incluiría a sectores como Otzma Yehudit) forme coalición de gobierno.
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