Daraa, cuna de la rebelión contra Assad en 2011, es finalmente entregada por los rebeldes
- Ignacio Rullansky
- 12 jul 2018
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Hace siete años, la ciudad de Daraa, al sur de Siria, fue la primera en rebelarse contra el régimen del presidente Bashar al-Assad: el jueves 12 de julio, el Ejército Libre de Siria (ELS), la fuerza rebelde que controlaba la zona, capituló y regresó el control de la ciudad al ejército de Assad. La campaña de reunificación de los territorios en manos de rebeldes que el presidente viene sosteniendo con el apoyo militar ruso, de Hezbolá y de Irán, está culminando su capítulo en las gobernaciones (provincias) sureñas de Daraa y Quneitra, limítrofes respectivamente con Jordania y con Israel. Para los gobiernos de estos dos últimos países, la reintegración de estas gobernaciones a la jurisdicción de Assad implica ciertas repercusiones: para ambos, el factor seguridad se presenta como el denominador común, es decir, que el frente bélico se vaya trasladando cada vez más cerca de la frontera compartida.
Negociando la reconquista entre bombardeos y la amnistía
Desde fines de junio y hasta la fecha, intermediarios rusos, representando los intereses de Assad, han estado negociando el desarme y la rendición de grupos rebeldes en Daraa. Los términos, de modo muy esquemático, comprenden las siguientes condiciones: si los grupos armados (en su mayoría, pertenecientes al ELS) deponen las armas y los civiles que los apoyan aceptan nuevamente a Assad como legítimo gobernante, se “arreglaría” una amnistía y podría dárseles un salvoconducto para regresar o trasladarse a otras localidades. Esta misión combinó la vía diplomática con intensos bombardeos desplegados por las fuerzas de Assad y del Kremlin: inicialmente se logró la rendición de algo más de una treintena de pueblos y aldeas a expensas del desplazamiento de 160 mil personas que, según la ONU, huyeron ante la caída de los rebeldes; hoy, a mediados de mes, la victoria de Assad en Daraa es casi completa.

Entre los puntos más importantes que exigieron los rebeldes, pertenecientes en general al ELS, hasta el miércoles 4 de julio, era facilitar su reubicación en otras zonas aún bajo control rebelde, al norte del país. Esto viene realizándose, de hecho, desde que comenzó la intervención rusa en Siria y se consumó el desarme de Homs en favor de Assad: los rebeldes fueron transportados al norte o a Ghouta, y lo mismo ocurriría luego con Alepo y Ghouta del Este. Sin embargo, para el viernes 6, el ELS terminó entregando buena parte del territorio de Daraa a Assad al recibir una intimidante aclaración por parte de los esponsales rusos, que fue reiterada el miércoles 11: replegarse al norte no es una buena idea; la gobernación de Idlib, bastión de rebeldes al noroeste, es el próximo objetivo en la mira de la reunificación.

Daraa es así reconquistada gradualmente, a fuerza de bombardeos y negociaciones. Esta gran victoria de Assad quedó simbólicamente cristalizada en la recuperación del paso de Nassib, que comunica a Siria con Jordania, entregado por los rebeldes. Pero si precisamente la campaña del sur de Siria está siendo un contundente éxito para el presidente Assad y su patrocinio ruso, puede decirse que la neutralización de un frente (interno) abre otro no menos complejo con terceros actores mucho más fuertes que los rebeldes: la preocupación israelí por la presencia iraní en suelo sirio.
El enfrentamiento Irán-Israel en 2018: tres bombardeos a la base aérea de Tiyas, tres encuentros entre Putin y Netanyahu.
El domingo 8, la agencia de noticias siria, SANA, hizo trascender que un ataque a la base área T4 en Tiyas, atribuido a la Fuerza Aérea Israelí, había sido frustrado por el sistema de defensa del ejército estatal. De acuerdo a SANA, los aviones israelíes ingresaron al espacio aéreo sirio a través de Jordania y sobrevolaron la región de a-Tanaf, donde existe una base estadounidense. Si bien cerca de seis misiles impactaron en la base causando daños, no hubo muertos ni heridos.
Esa misma semana, el miércoles 11, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) destruyeron un dron que había penetrado 10 km dentro del territorio desde Siria. El dispositivo permaneció planeando unos 16 minutos, entre que se lo detectó e intentó identificar: primero quiso constatarse que no se tratara de un artefacto de origen ruso. Acto seguido, fue derribado con un misil Patriot a la altura del Mar de la Galilea. Por lo que las FDI comunicaron, éste era un dron sirio, no armado sino de reconocimiento, y había sobrevolado previamente el espacio aéreo jordano: no pudo constatarse si entró en Israel para una misión de reconocimiento o si desvió su curso por error.

Este episodio no pudo tener mejor timing, pues coincidió con el, también, tercer viaje en seis meses emprendido por el primer ministro Benjamín Netanyahu para entrevistarse con el presidente Vladimir Putin en Moscú. A Netanyahu le preocupa el acercamiento de las fuerzas de Assad a la frontera entre Siria e Israel en el Golán, y exige el acatamiento del compromiso contraído en el armisticio de 1974, de que el gobierno sirio no desplazará a sus tropas más allá de la zona de no agresión.
Esto no es todo, porque junto con el avance del presidente sirio, el gobierno y el ejército israelí temen a quienes lo acompañan: Hezbolá e Irán. En particular, puede decirse que la presencia militar de ambos actores es el factor más inaceptable para las autoridades israelíes. Conforme a ello, Netanyahu se dirigió a Moscú a solicitar, nuevamente, que Putin use su influencia para contener las actividades de la Guardia Revolucionaria y las milicias iraníes en Siria; idealmente, Netanyahu aboga porque se retiren completamente de este país vecino.
En la semifinal del Mundial, pases entre Putin y Netanyahu sobre Siria.
Después de asistir a la victoria futbolística de Croacia sobre Inglaterra en la semifinal del Mundial, Netanyahu y Putin celebraron formalmente su reunión. Se especulaba con que Netanyahu ofreciera a Putin la cancelación de las sanciones impuestas hace cuatro años a Rusia por su ocupación de parte de Ucrania, a cambio de la retirada definitiva de las tropas iraníes y libanesas de Siria. Esta iniciativa es apoyada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, y de acuerdo a The New Yorker, no sólo no es claro de quien partió la propuesta sino que hasta podría haber provenido del propio Kremlin. Resulta claro, sin embargo, que esto no podría efectivizarse en el corto plazo y que ni las autoridades iraníes pretenden claudicar su posición en Siria, ni que Putin haya restringido su participación en la campaña en el sur durante los últimos meses ni que vaya a usar su influencia para desalojarlos de este país.

¿A qué acuerdo llegaron entonces? Antes de regresar de Moscú el jueves 12, Netanyahu declaró que en 40 años no ha tenido "ningún problema con Assad": entendiendo que el tablero del conflicto sirio se inclina a favor de su continuidad como presidente y que, con el apoyo ruso, la comunidad internacional (la semana del 16 de julio se realizará una cumbre entre Putin y Trump en Helsinki para discutir el futuro de Siria) vaya a aceptarlo a pesar de los crímenes de genocidio, lesa humanidad y de guerra de los que su gobierno es responsable, el primer ministro israelí haría lo propio en tanto exige el respeto de no violar el acuerdo de 1974 que rige para los Altos del Golán junto a la remoción de la amenaza de los misiles que apuntan hacia Israel desde Siria y la retirada total de Irán.
Si consideramos que desde 2011, las autoridades israelíes han apoyado a grupos rebeldes "desde las sombras", la primera es una posición notablemente novedosa y que repercutirá en un eventual proceso de pacificación y reconciliación nacional; los términos planteados a Putin son, por motivos más autoevidentes, mucho más esperables. Por un lado, Rusia se comprometió esta semana a seguir respetando la libertad de acción israelí en Siria, es decir, atacar objetivos estratégicos con fines disuasivos y a mantener a Irán lejos de la frontera: en cuanto a lo primero, la FAI respondió a la intrusión del dron con ataques a tres posiciones de Hezbolá en Quneitra. Por el otro, las FDI no deben interferir con las actividades del ejército sirio en su campaña de reunificación territorial. Asimismo, ambos mandatarios se refirieron al tema refugiados: Netanyahu solicitó a Putin que velara por el seguro retorno de los sirios desplazados que acampan en la frontera con Israel, a quienes éste país no ha admitido pero brinda auxilio. En suma, el acuerdo representa exactamente el punto medio al que ambos pueden llegar: el vínculo bilateral se ha fortalecido una vez más a propósito del curso que tomó el conflicto bélico sirio.
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